jueves, 27 de setiembre de 2007

LO QUE NO DEBIÓ NI DEBE OCURRIR...


Eran cerca de las 4:00 p.m. de ayer (26/09/2007) y, la verdad, lo que voy a escribir no le deseo a nadie que le ocurra...y de antemano pido perdón por la imagen.
Desperté cerca de esa hora y justo cuando me atrevía ha encender el televisor escuché el llamado de mi padre. Él entró a mi cuarto y me dijo: Hay un atropello al frente del colegio María Auxiliadora. Un trailer acaba de quitarle la vida a un menor.
Al enterarme de este caso, no dude en llamar a la redacción de Trome. Fue el editor de Policíales, Bruno Chumpitaz, quien me contestó el teléfono y me dijo que iba a mandar un fotógrafo en unos minutos...
Vayamos al hecho. El lugar: cuadra 9 de la avenida Universitaria en San Martín de Porres. Un trailer, que iba de norte a sur, acababa de cruzar las dos autopista luego de que una llanta de la parte posterior se rompiera. Según versiones, el trailer iba con exceso de velocidad y que por no chocar con los autos de adelante- que iban de sur a norte- giró hacía la izquierda cruzando las dos senda, lo que provocó la muerte del menor, quien pasaba junto a su madre y otros miembros de su familia.
Fue tanto el impacto, que el camión terminó chocando contra una cabina de Internet.
La verdad, pasaron los minutos y el llanto de algunos familiares y testigos se hacían sentir al ver al niño tirado en el suelo y sin vida. Llegaron los Bomberos y la Policía Nacional para ayudar a la víctima y poner orden en la zona.
Bueno, a lo que voy, es que me siento indignado cómo un vehículo puede circular con las llantas gastadas y mucho menos con exceso de velocidad cuando no se está permirido en una vía como la Universitaria. Pido a las autoridades que por favor inspeccionen a todos los vehículos para que no suceda este tipo de casos y no lamentar la pérdida de una vida humana.

viernes, 15 de junio de 2007

En la dulce espera...


La verdad, que esperar la llegada de un bebé a este mundo, fue al principio complicado. No estuvo planificado con mi enamorada pero - ahora- que ya son cinco meses me siento feliz. Cuando me enteré, fue duro comprenderlo y hasta llegué a un estado crítico por las cosas que yo realizaba en ese entonces. Estaba trabajando, como lo estoy haciendo ahora y estudiando algunos cursos para actualizarme en mi profesión. Pensé que las cosas que hacía ya no los podía realizar, sin embargo, me enseño que pese a todo te da más fuerzas para seguir adelante en esta vida. Ahora pienso diferente, pero lo lamentable de todo esto, es que no voy a convivir con ella, ojalá cambie de opinión por el bien de mi hija.Lo último lo digo con cariño. Es cuestión que el tiempo nos dé la razón a ambos, y si no es así, sabrá Dios por que camino andarémos.
Vaya, no pensé en escribir estas líneas porque me veía como una persona que no tenía sentido para llevar una responsabilidad paternal. Hoy es diferente...
Antes de terminar, quiero dar gracias a Dios, a mi familia y a mis amigos que me apoyan, que me hicieron comprender el sentido de la vida y muchas cosas más...
Solo espero que el bebé sea lindo y gracioso...

jueves, 26 de abril de 2007

Todo un maestro...


La fuerza de la palabra escrita
Ryszard Kapuscinski *



¿La escritura puede hacer que algo cambie? Sí, lo creo profundamente. Sin esa fe no podría escribir. Desde luego soy conciente de todas las restricciones que nos ponen las circunstancias, las situaciones, la historia y el tiempo. Por ello mi fe, aunque profunda, no es absoluta, no es ciega.



¿En qué consiste la principal restricción? La escritura sólo raras veces, en casos excepcionales,

influye en la gente. Y, en el transcurso de la historia, no lo hace de forma directa, radical y de inmediato. La reacción a la palabra escrita es más bien mediata. En el primer momento puede ser incluso invisible, indetectable. Necesita tiempo para llegar a la conciencia del receptor, necesita tiempo para empezar a formar o cambiar esa conciencia. Sólo después de un largo camino podrá influir en nuestras decisiones, actitudes y acciones.

El que la escritura produzca cambios no lo deciden sólo los autores, sino sobre todo los lectores:

su sensibilidad y confianza en la palabra, su prontitud y deseo para reaccionar a la palabra recibida. Es también importante el contexto, el ambiente, el estado de una cultura imperante en que esa palabra cae y es recibida. Con frecuencia estas son las circunstancias que pueden debilitar e incluso aniquilar el valor y la fuerza de la palabra escrita y sobre la cual el autor de un texto no tiene mayor influencia.

Sin embargo, a pesar de ese impedimento, estoy seguro que escribir puede provocar cambios. Lo

digo con base en la experiencia de mis numerosos colegas que han puesto en peligro su vida y que, incluso, la han entregado. La entregaron para que su labor no sólo informara sobre lo que ocurre en el mundo, sino para desenmascarar el mal, sanar una situación o hacer al mundo más humano.

Daré un ejemplo. Desde 1959 Ruanda fue un país de masacres entre tribus y castas que se repetían en forma sistemática. El mundo lo ignoraba. Durante decenios ese país no dejó entrar a periodistas. Yo mismo, viviendo en la vecina Tanzania, traté en varias ocasiones, sin resultado alguno, de cruzar la frontera. Fue hasta que se escribió sobre las masacres de 1994 que la opinión mundial despertó. Y a partir de ese año Ruanda, por primera vez en su historia, dejó de ser lugar de sangrientos y masivos ajustes de cuentas internas.

Fue precisamente la escritura desenmascaradora y acusadora, y a menudo simplemente informativa, la que tuvo una importante papel en el conocimiento de los Gulags y de los campos de concentración, así como en el derrumbe de muchos regímenes criminales, de dictaduras del tipo de Pol Pot, Mobutu, Amin o Duvalier. Ello fue posible porque la palabra escrita pudo siempre cambiar muchas cosas. Ella ha provocado durante siglos el temor de todo poder autoritario que la ha combatido mediante diversos métodos. De ahí la colocación de libros en los índices eclesiásticos, de ahí la quema libros en las piras, de ahí obligar a los escritores al exilio, de condenarlos a muerte.

En el fondo no podemos imaginarnos un libro de texto de la historia universal que no tuviera un capítulo de cómo la palabra escrita en forma de volantes, escritos secretos, prensa clandestina y editoriales irregulares influyeron en el resultado de luchas sociales y políticas.

Cuando preguntamos: “¿la escritura puede hacer cambiar algo?”, la mayoría de las veces pensamos que se trata de un cambio positivo, dirigido a hacer un mundo mejor. Pero no olvidemos que la escritura puede intentar que el mundo sea peor, que contribuya a aumentar el mal, el odio y la agresión. Tal función la cumple cuando se escribe en el tono del fanatismo y la xenofobia, del fundamentalismo y el racismo. Por ejemplo, los libros al estilo de Protocolos de los sabios de Sion o Mi lucha de Hitler.

Pienso que la pregunta sobre cuál es el carácter de la relación entre la escritura y el cambio es muy importante y actual. Esta pregunta surge de la inquietud sobre la eficacia de nuestras acciones literarias por el valor mismo de la escritura. Porque por un lado vemos una enorme proliferación de la palabra escrita –hay cada vez más libros, revistas y periódicos– y al mismo tiempo percibimos cuánto mal hay en este mundo y como la cantidad de temores y conflictos en nuestro planeta aumenta en lugar de disminuir. De ahí el escepticismo de muchos creadores, de ahí la frecuente desconfianza e incluso la incredulidad en el sentido de nuestra escritura.

La mente de un hombre contemporáneo es constantemente regada con un diluvio de palabras, por lo que éstas pronto pierden su valor y fuerza. Cada vez nos hablan menos y más nos desorientan, agotan y fastidian. Y sin embargo, ese exceso, esa sobreproducción no debería desanimarnos.

La literatura siempre ha asumido su responsabilidad. Desde hace miles de años ha acompañado la vida de las sucesivas generaciones, a veces cambiándolas para ser mejores. Y hoy nada la libra de esa obligación. Por el contrario, los tiempos difíciles en los que vivimos nos ordenan que, con una fuerza y fe especial, digamos: “Sí, la escritura puede cambiar algo para que sea mejor, aunque sea poco, pero puede”.


* Ryszard Kapuscinski (1934-2007) fue autor de una veintena de libros que se caracterizan por una estructura originalísima. En 1999 fue nombrado como “el mejor reportero del siglo XX” y fue un constante candidato al Nobel de Literatura. Este es el último de sus artículos que publicó el pasado 24 de enero Gazeta Wyborcza, diario polaco del que era colaborador habitual. (Traducción de Aleksander Bugajski.)


El adoctrinamiento de los medios
Emir Sader es profesor de las universidades de Sao Paulo y de Río de Janeiro. Además, es autor del libro La venganza de la historia.

Opina Sader que en la prensa leemos lo que los dirigentes quieren que leamos. Hay gran cantidad de lugares comunes que han ido horadando la capacidad crítica de los ciudadanos y que perturban su comprensión de la realidad.

Entre esos lugares comunes están, según Sader, conceptos como los siguientes: "No hablar de Fidel sin utilizar previamente 'dictador' y llamarlo Castro en lugar de Fidel.

Descalificar a Chávez como 'populista' y, a su vez, como 'nacionalista', dándole a todo esto una connotación de 'fanatismo', 'fundamentalismo'. Concentrar la atención en América Latina sobre Bolivia y Venezuela como países 'problemáticos', 'inestables', sin mencionar a Colombia.
Siempre que se hable de la ampliación de la democracia en el continente, añádase "excepto Cuba". No hablar nunca del bloqueo gringo a Cuba, sino siempre de 'transición' -dejando suponer que en algún momento transitarán hacia las 'democracias' que andan por aquí-.

Decir que América Latina "no existe", que nuestra política externa ha de tener como miras relacionarse con las grandes potencias y tratar de ser una de ellas, en lugar de seguir conviviendo con países de la región y con los del sur del mundo -Sudáfrica, India, China, etc.-".

Con respecto a la educación dicen: "Lo más importante es la igualdad ante la ley y la mejora gradual de la enseñanza básica y media para que todos tengan finalmente -es preciso ser pacientes- acceso a las universidades públicas. Decir, siempre, que el principal problema de Brasil y del mundo es la educación. Que hay trabajo, que existen posibilidades, pero que falta calificación de la mano de obra. Que lo fundamental no son los derechos, sino las oportunidades, hablar de la sociedad de Estados Unidos como la más 'abierta'.

Descalificar siempre al Estado, como ineficaz, burocrático, corrupto y corruptor, en contraposición a la 'economía privada', al 'mercado', con su dinamismo, su capacidad de innovación tecnológica. Exaltar las privatizaciones de la telefonía: "Antes nadie tenía teléfono, ahora cualquier pobre diablo en la calle va con un celular", y callar sobre el éxito de la Petrobras (empresa pública con un régimen especial)".


Es curioso que esa supuesta pretensión de llamar a las cosas por su nombre no se aplique un poco más objetivamente y se llame, por ejemplo, genocidio a lo que está ocurriendo en Irak, o hipocresía a la política exterior de Estados Unidos, que con los mismos argumentos, ampara a un dictador o lo tumba después de haberse servido de él.

"Que no se adjetive como dictadores a los muchos gobiernos de esta naturaleza que hoy viven un

romance con la superpotencia (Pakistán, Uzbekistán, Arabia Saudita, etc.) o a violadores de los derechos humanos como el actual gobierno de Colombia, cuyo país tiene varios récords en materia de desaparición de sindicalistas, además de vínculos con las fuerzas paramilitares".

Sader también se ocupa de quienes han renegado de la izquierda: "Existen numerosos motivos para el que haya decidido dejar de ser de izquierda. Bastaría citar aquello de "la caridad bien entendida empieza por uno mismo" y saber que "el 'mercado' retribuye generosamente a los que reniegan de los principios en los que un día creyeron".

viernes, 23 de marzo de 2007

Comparto esta opinión...


Indigna pero no sorprende


En su defensa en el juicio de extradición, Fujimori ha atribuido al Ejército la exclusiva responsabilidad de los crímenes de derechos humanos que a él se le imputan. Así consta en el expediente que varios diarios han hecho público. Para salvar el pellejo, el extraditable obvia en su alegato pequeños detalles, como que él era el jefe supremo de la Fuerzas Armadas, que los hechos ocurrieron bien al comienzo de su gobierno y que, de haberlo querido, tuvo 8 años para sancionar a los responsables, pero que, en cambio, los amnistió. Soslaya, además, que hay en los cuadernillos de extradición evidencias que lo vinculan con los hechos y su perpetradores.


Indigna tanto cinismo, pero no hay motivo para la sorpresa. Cada vez que Fujimori se ha visto en apuros, no ha puesto el pecho, sino que ha evadido sus responsabilidades. El coraje no ha sido precisamente su divisa. Cuando era presidente electo, Montesinos lo asustó con un complot contra su vida y Fujimori se fue a vivir al Círculo Militar, donde el 'Doc' empezó a tejer su telaraña. Cuando los militares del 13 de noviembre intentaron restaurar la democracia en el 92, Fujimori se fue a refugiar a la Embajada de Japón, antes siquiera de que se haya disparado un solo tiro, y dejó a Montesinos a cargo. En la agonía de su gobierno negó que hubiera conocido todo lo hecho por su asesor durante 10 años, ofendiendo la inteligencia de los peruanos que ya sabían que él y su familia habían, incluso, residido por años en el propio SIN para hacer más fluidas las relaciones. Luego, cuando las papas quemaron más, se fugó del país dejando a su hija en Palacio. Que ahora le atribuya al Ejército toda la responsabilidad, evadiendo la suya, es solo la cereza en la torta de quien prefirió el aquí corrió al aquí murió y el sálvese quien pueda sobre cualquier interés colectivo.

Vienen nuevos momentos de definición en la vida de Fujimori. En abril se conocerá el dictamen de la fiscal Mónica Maldonado sobre la procedencia de los 12 cuadernillos de extradición. Si bien el suyo no es un pronunciamiento vinculante, los especialistas dicen que es una opinión muy importante para el proceso y se estima que podría ser muy desfavorable para Fujimori. A la vez, es probable que el juez Álvarez sentencie en mayo y que, aun si fuese tibio, es probable que, en segunda instancia, la Corte Suprema sea más severa con Fujimori. Así, pese al casi total desinterés del Gobierno para empujar una salida favorable -actuando como si el Estado peruano fuese neutral en el proceso y no la parte demandante- el procurador del caso ha seguido su trabajo con diligencia y el desenlace se aproxima.

¿Qué hará Fujimori ante la eventualidad de residir en Piedras Gordas? Todos los antecedentes indican que el valor y el sacrificio no son su fuerte. No hay que descartar, por tanto, que se refugie de nuevo en la Embajada de Japón. Ello, sin duda, haría inmensamente feliz al gobierno de García, pero dejaría a Chile en una posición bastante desairada.(http://www.peru21.com/comunidad/Columnistas/Html/BasombrioIndex.html)

jueves, 22 de marzo de 2007

Seguimos iguales...


Desnutrición en el Perú no se reduce


Nuestro país ostenta un récord preocupante.El 25% de su población infantil menor de cinco años padece de desnutrición crónica, a pesar de los 250 millones de dólares anuales que destina el Estado para los programas de asistencia alimentaria.

Así lo dio a conocer ayer Manuel Peña, representante en el Perú de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). El experto precisó que en los últimos 10 años no se ha hecho nada para reducir esa cifra, que es una de las más altas de toda América.

"El problema de la desnutrición infantil no se solucionará solamente con asistencia alimentaria, ya que requiere de políticas y acciones efectivas de carácter intersectorial, de intervenciones integrales de alimentación y nutrición, de inversión social focalizada en la población más vulnerable", dijo.

Peña comentó que paralelamente se debe mejorar la calidad de la salud y educación públicas, así como garantizar el acceso al agua segura y al saneamiento básico.

Recordó que la meta del Perú es reducir la desnutrición crónica del 25% al 20% en el periodo 2006-2001, es decir, un punto porcentual por año. Indicó que la única manera de asegurar el desarrollo es en la niñez y durante la gestación. En ese sentido, se debe poner un especial cuidado a las madres para que se preparen adecuadamente al momento de concebir un hijo. También recomendó que se prevenga el embarazo en adolescentes. (http://www.peru21.com/P21Impreso/Html/2007-03-22/ImP2Ciudad0694010.html)